Tour por el norte de España – Día 2
Tour por el norte de España – Día 2
Si no has leído el día anterior de nuestro viaje al norte de España, te recomiendo que leas Viaje inolvidable al Norte de España – Día 1.
El trayecto desde Logroño hasta Cantabria duró unos cuarenta minutos, en los que disfrutamos muchísimo, de los paisajes y del ganado vagando por la carretera, pastoreando con total tranquilidad. El río Ebro también nos haría compañía durante todo el viaje . Llegamos a la Posada Ormas, situada en Ormas, municipio de la Hermandad de Campoo de Suso, que habíamos reservado previamente el día anterior a través de una conocida web de reservas hoteleras.
Un sitio increíble para descansar el fin de semana, y respirar aire fresco. Su ubicación es perfecta, cerca de la estación de esquí “Alto campo”. Antes de reponer fuerzas, fuimos a conocer sus alrededores. Llegamos a un pueblo llamado Reinosa, donde probamos la “sopa castellana”. Lo que no esperábamos fue que hiciera tanto frío en pleno verano. Ese día estábamos a 9º grados durante la noche y al amanecer, el sol nos acompañó todo el día.
Por la mañana tuvimos una sorpresa. Cuando salíamos del hotel encontramos a muchas vacas en medio de la carretera y a un niño que conducía ese ganado hacia a la izquierda abriendo paso a nuestro destino. Luego más adelante encontramos un mercado donde vendían ganado. Vimos de todo, desde vacas, becerros, caballos y todo tipo de herramientas para el ganadero y el agricultor.
Antes de irnos a la Cueva de Soplao, visitamos Santillana del Mar, conocida por la frase “la villa de las tres mentiras”, puesto que ni es santa, ni llana, ni tiene mar (no tiene mar la villa, aunque su municipio sí lo tiene). Es uno de los pueblos más turísticos y más visitados de Cantabria, siendo una parada imprescindible para los turistas que visitan la región.
Esto ha hecho que gran parte de los habitantes del municipio vivan de la actividad turística, especialmente de la hostelería, los alojamientos rurales y las tiendas de productos típicos. Como buenos turistas, recorrimos sus calles, atentos a sus construcciones medievales, el famoso museo de la inquisición y la tortura, sus bares, sus numerosos restaurantes, quioscos e iglesias. Paramos para saborear la bebida típica local “la Sidra”, acompañada de unas riquísimas tapas.
Luego fuimos a por el coche cogimos la A-8 sentido a la Cueva del Soplao. LLegamos a nuestro destino tarde, pero tuvimos la suerte que faltaba 2 personas para llenar el tren de los mineros. Transporte que fue utilizado en la época para a la extracción de blenda y galena. Dos de las mejores minas para la obtención de zinc y plomo, respectivamente, y que en los días de hoy se utiliza para llegar dentro de la cueva. Conocida por los habitantes locales como la cueva de los cristales bonitos. Ellos no imaginaban que esa cueva se convertiría en un famoso y cotizado museo. En la entrada pudimos ver que todos iban abrigados y nosotros en ropa de verano, sólo entendimos el porqué, cuando sentimos en la piel la temperatura de 11 grados y mucha humedad (risas) .
Muy importante reservar anticipadamente, llegar a la hora programada para la visita, y abrigarse ya que dentro hace mucho frío, aunque con tanta belleza geológica y ese recorrido tan espectacular, y la diversidad de sus formaciones excéntricas, pudimos olvidar el frío que hacía.
Al inicio de la cueva nos detuvimos ante una pequeña ilustración de sus descubrimientos, y el tiempo que se necesita para la formación de las estalactitas que me dejó impresionada. Que para un centímetro hace falta 100 años. La verdad que me hizo pensar, cien años para mí es una eternidad, pero para esos cristales llamados estalactitas no significa lo mismo.
El nombre Cueva de soplao viene de una corriente o un soplo de aire que en el momento en que una galería minera corta una galería de la cueva. No está permitido sacar fotos , tampoco tocar nada.
Hemos visitado 4 galerías, pero para los que tienen alma aventurera es posible acceder a explorar todo un mundo subterráneo que se ofrece como una ruta alternativa de espeleología de 2 horas y media en la que los visitantes pueden pasear por el suelo original y por zonas menos accesibles de la cueva y con una ropa totalmente apropiada para la visita.
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Más abajo detallo los nombres de las galerías que visitamos.
Galería de los fantasmas
Se trata de una sala natural que destaca por la cantidad de gruesas formaciones de estalagmitas blanquecinas y pisolitas , emergiendo del suelo que, por su figura, dieron lugar al nombre de la galería. La galería mide 350 metros de longitud y algunas zonas alcanzan los 35 metros de anchura. Su nombre se debe a las grandes estalagmitas blancas que asemejan fantasmas, en las zonas finales de la galería. Tuvo un gran uso a comienzos del siglo XX como lugar de extracción y almacenaje de mineral por los mineros de la mina La Florida.
Galería Gorda
Es una sala con una laguna subterránea natural y una de las mayores en cuanto a su volumen. Es la primera galería en verse al acceder a El Soplao. El nombre le viene por la impresión de pequeñez causada a uno de los espeleólogos que investigaron las cuevas. Dispone de un sistema de iluminación que resalta el colorido de las formaciones de estalactitas del techo, cubierto de helictitas de calcita.
Galería del falso suelo
Pequeña cámara caracterizada las formaciones rocosas en forma de finos hilos que se enroscan por todas partes.
Galería del Campamento
Es de dimensiones moderadas, con anchuras de hasta 10 metros. El nombre se debe a la instalación de un campamento de investigación durante las primeras incursiones. Destacan las coladas, teñidas de rojo y blanco por los minerales de la zona.
“El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros” (Friedrich Nietzsche)
La experiencia que tuve, me dejó maravillada, con su juego de sombras y luces de colores, sin dejar de recordar de sus diferentes formas que muy difícil de explicar incluso para los entendidos en la materia. Cuando salí de la cueva me quedé intrigada con lo que la naturaleza es capaz de hacer, para mi es una de las muchas obras de arte de Dios.
Algunos lugares son un enigma, otros una explicación. (Fabrizio Caramagna)
Pero nuestro viaje sigue a San Vicente de la Barquera municipio Cantabria
San Vicente de la Barquera constituye una de las más conocidas y bellas estampas de toda la Cornisa Cantábrica. Lugar de paso obligado en la comunicación entre Asturias y Cantabria, su ubicación geográfica ha favorecido sin duda su desarrollo como uno de los destinos turísticos preferidos en la región.
Un municipio realmente encantador, con una linda visión panorámica , permitiendo al turista y sus moradores apreciar la linda vista del mar, sus puentes, el puerto y sus barcos pesqueros, sin olvidar sus restaurantes pegados uno al lado del otro. Allá a lo alto a la derecha de donde estábamos, vimos los restos de una vieja muralla, junto a una iglesia y un castillo.
Caminando por el puerto pude ver a los pescadores que allí estaban. No sacaban peces, pero sí muchas algas de un color rojizo. Tuve mucha curiosidad en saber el porqué estaban extrayendo algas y para qué las utilizaban. Uno de ellos muy educado, nos explicaba que son utilizadas por los vegetarianos en sustitución de las gelatinas animales, en las redes farmacéuticas y los laboratorios médicos, que estudian su cultivo para cosméticos.
Eran las seis de la tarde , se podía notar que el nivel del mar estaba bajando y los barcos ya se divisaban a lo lejos, amarrados por una cuerda. Caminamos hacia la zona de los restaurantes, que estaban abarrotados de turistas. Una orquesta de idiomas diferentes hablando a la vez, sentados comiendo y bebiendo. Difícil decisión escoger un sitio donde comer o un menú a elegir, ya que su gastronomía, gira en torno a pescados y mariscos y tiene su máxima expresión en el sorropotún o marmita barquereña, un guiso preparado a base de bonito y patatas.
Entonces nos sentamos a saborear unos verdaderos mejillones de roca, acompañados de chipirones en salsa con un rico arroz salvaje. Siempre que me acuerdo se me hace la boca agua. Un verdadero descubrimiento para nuestros ojos, oídos y sin duda alguna nuestro paladar. Después de un gran día, teníamos que volver a reponer fuerzas, así que dormimos en un hotel en San Miguel de Meruelo.
“Una comida bien equilibrada es como un poema al desarrollo de la vida.”
Anthony Burgess
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